lunes, 20 de diciembre de 2010

Pánico y tratamiento psicoterapéutico.

Existen diversos enfoques que abordan terapéuticamente el Trastono de Pánico, cada uno desde su propio paradigma. Brevemente haremos una presentación sinóptica de la forma en que estructuran sus tratamientos.


 Enfoques en busca de la causas

Algunos enfoques parten del supuesto epistemológico de causalidad lineal. Entiéndase, que a una causa siempre le sigue un efecto. De este modo, intentan establecer una causa que origine el trastorno de pánico para realizar un tratamiento tendiente a anular la causa que, en consecuencia, acabará con el trastorno. En esta línea podemos encontrar las disciplinas biologisistas, que explican el fenómeno a partir de hallazgos bioquímicos que diferencian a los sujetos víctimas de este fenómeno de los que no lo son. 
Es posible situar en esta distinción a los tratamientos psiquiátricos que mediante fármacos buscan anular la causa del Trastorno de Pánico y fundamentan parte importante de su tratamiento en este aspecto.

El enfoque psicodinámico bien cabe en esta clasificación, desde una perspectiva más psicológica, en tanto apuesta a que el origen o causa de este trastorno podría encontrarse en la historia del sujeto, una causa que se ubica en el pasado, en el desarrollo temprano de la psiquis del sujeto. Desde esta perspectiva, ofrecerá un tratamiento del problema tendiente a indagar en la vida del sujeto algún evento traumático que pudiera estar provocando el problema, y por medio de una terapia regresiva resolver este fenómeno. 

3. Enfoques basados en la comprensión y la exposición.

Algunas corrientes terapéuticas apuestan a que los sujetos en general cuando comprenden cognitivamente lo que les ocurre son capaces de realizar un cambio conductual acorde a superar el problema. 

En este segmento es posible ubicar los enfoques más gestálticos, que apuestan por provocar el insight, en que la persona al darse cuenta de lo que ocurre, por medio de la comprensión del problema suprime paulatinamente el trastorno.

Bajo el mismo fundamento básico, las terapias más cognitivas conductuales, buscan psicoeducar al sujeto, con el fin de lograr la comprensión del problema y atendiendo a la conducta evitativa característica del fenómeno apuestan por la exposición paulatina de las sensaciones que el sujeto intenta sistemáticamente evitar. Así como identificar los errores cognitivos que acompañan las sensaciones. Entiéndase el miedo a perder el control y las ideas catastróficas durante cada crisis. (Botella, 2001).

4. Enfoques basados en la cibernética. Teoría sistémica


Este enfoque aborda los Trastornos de Pánico desde otra perspectiva. En general, considera los problemas humanos como producto de la interacción del sujeto con la realidad y, sobre todo, como cada uno percibe la realidad de acuerdo a sus instrumentos cognoscitivos y la utilización que hace del lenguaje para referirse a ella. De este modo, lo que interesa es el problema en concreto, su funcionamiento y el patrón estable de funcionamiento que termina atrapando a quien lo sufre.

Coherente con esto, el foco de atención no está puesto en el “porqué” o causa del problema, sino más bien en el “cómo” funciona el problema. Este cambio de enfoque permite diseñar estrategias que apunten directamente a romper el patrón o pauta de sostenimiento del fenómeno y logra rápidamente su extinción.

Se asume además un cambio semántico. Los sistémicos toman distancia de conceptos como enfermedad, patología, paciente, etc. Puesto que, en este sentido, el lenguaje termina por atrapar al sujeto, haciéndole sentir que no tiene poder alguno sobre lo que le afecta y sobre sí mismo, puesto que padece una enfermedad y como tal, está fuera de su campo de acción, se transforma en un paciente (pasivo) que necesita de la intervención de un experto. 

La sistémica prefiere hablar de problemas, puesto que los problemas tienen solución y con respecto al paciente, lo denomina consultante o cliente, ya que es un agente activo y con recursos personales que hacen posible en el proceso terapéutico.

En este sentido el abordaje que se realiza del Trastorno de Pánico busca primeramente, cambiar el foco de atención que el sujeto pone en el problema. Las personas ansiosas son por excelencia pensadores, calculan, analizan, evalúan. Esta condición les hace estar siempre vigilantes a una nueva crisis de pánico y permanecer en la paradoja del miedo al miedo. De este modo, al indagar el problema, se les invita a pensar su situación vital desde una perspectiva que nunca han usado, como por ejemplo, evaluar los aspectos más positivos del pánico. Estas personas siempre evitan las crisis y las evalúan como catastróficas, en un lenguaje sugestivo se les invita a ir en la dirección opuesta. 

También se encomiendan tareas tendientes a provocar el síntoma, incluso se prescribe la recaída. Se les pide que provoquen una crisis de pánico con el fin de investigar qué ocurre. Seguidamente, luego de pocas sesiones, al sujeto se le explica el sentido de las tareas terapéuticas y la forma en que puede continuar sosteniendo el cambio operado.

La experiencia clínica muestra que en la mayoría de los casos ocurre una remisión total de síntomas desde la primera sesión. (Nardone, 1997). Y aunque se pudiera sospechar de una alta tasa de recidiva en los sujetos tratados, el fenómeno no se ha presentado. La explicación está en que la persona ha redefinido el problema, conoce mejor sus recursos personales para superarlo, ha hecho una comprobación empírica de estos y es capaz de hacer uso de ellos en otras situaciones.

Conclusión

Siendo una de las características centrales del Trastorno de Pánico la aparición constante de crisis de pánico sin un estímulo definido y, por lo tanto, condición para su diagnóstico, podemos señalar que los estados de ansiedad y miedo observables en la población luego del terremoto del 27 de Febrero, no corresponden a este trastorno y se pueden explicar por otro fenómeno.

El Trastorno de Pánico es un problema de salud mental bien definido por la psiquiatría en lo que respecta a sus síntomas. Aunque existe un acuerdo en considerar la definición de la APA al respecto, existen diversos enfoques para ofrecer un tipo de tratamiento.

Cada uno de los enfoques obedece a un paradigma y epistemología acotada y desde este sustento teórico abordan la problemática. Siendo así, queda en manos del terapeuta decidir en qué corriente se siente más cómodo, intelectualmente hablando, y juzga más efectivo buscando el bien del consultante.

Con todo, se destaca la el abordaje que la psicología sistémica realiza del problema desde una perspectiva cibernética, en el que el tratamiento del Trastorno de Pánico se despatologiza y redefine como un problema en el que el consultante tiene recursos personales para abordarlo. Logrando un mayor empoderamiento del sujeto con respecto a lo que le ocurre y llevándole a reconocer su problema desde un foco que no había considerado y por lo tanto abre su campo de acción hacia otro tipo de estrategias.




viernes, 5 de noviembre de 2010

Pánico y Tratamiento Farmacológico

La utilización de fármacos en el tratamiento del pánico y su efectividad es una de las preguntas que suelen hacerme algunos pacientes.

Para responder a esta interrogante es necesario explicar que el Trastorno de Pánico afecta dos grandes ámbitos de quien lo sufre. Así es posible distinguir su impacto en la fisiología del sujeto, entiéndase todos los síntomas físicos, o sea, sensación de ahogo, sudoración de manos, taquicardias, etc. El otro ámbito sobre el cual impacta es el psicológico. El miedo sin objeto temido, la idea de perder el control, de volverse loco, de morir. La convicción de estar indefenso ante la crisis o la posibilidad de sufrir una.

De este modo, el cuadro combina iniciándose con la idea o temor a sufrir una crisis, lo que generalmente activa todo el sistema biológico y lo pone en estado de alerta, iniciándose un cuadro de respiración alterada, lo que avisa a la persona que la crisis es inminente, la fisiología continua activándose en base al miedo, el corazón bombea más sangre preparándose para funcionar en base a una amenaza. La hiperventilación (debido a la mala respiración) y todas las sensaciones corporales elevan el miedo, aparecen las ideas catastróficas y la crisis se desata. 

Otra forma de iniciarse puede ser al revés. La persona siente que se agita sin razón alguna, la frecuencia cardíaca se altera, emerge la idea de sufrir un  ataque y con ella el miedo. La persona se alerta, monitorea todas sus sensaciones físicas alteradas, lo que potencia el miedo y las ideas irracionales y catastróficas, las que a su vez aumentan los síntomas corporales del miedo. Entonces la crisis se desata.

Ambos aspectos, el fisiológico y el psicológico se combinan en un  ataque de miedo, llegando a constituir la crisis de pánico en un sistema autónomo del que poco interesa la causa.

Ahora bien, las estrategias que suelen utilizar las personas que sufren de este mal  consiste en evitar toda situación, lugar, actividad que pudiera provocar el pánico. Se evita exponerse, es la estrategia que surge del miedo y con justa razón, pues las crisis son muy intensas y desagradables. 

De este modo, las personas comienzan a estructurar sus vidas entorno a la evitación, lo que es originalmente un cuadro combinado de el ámbito psicológico y fisiológico, comienza a afectar otros ámbitos de las personas, como por ejemplo el ámbito de lo social. Las personas comienzan a aislarse, evitan participar de actividades sociales, evitan lugares concurridos por temor a sufrir una crisis en público, temen andar solos(as), les avergüenza compartir que tienen miedo. 


Esta situación, en cuadros más severos tiene una alta probabilidad de desatar un estado depresivo. Las personas se deprimen al constatar que sufren un problema muy grave que no logran resolver. No hay que olvidar que la crisis de pánico es un ataque de miedo intenso sin razón, sin un estímulo externo que la desate. Lo que aumenta la sensación de que no se tiene control sobre ella.


Los tratamientos farmacológicos.

Por razones éticas no mencionaremos los medicamentos que suelen recetar los médicos ni los compuestos activos de estos. 

Sin embargo, es posible afirmar que tienen cierta efectividad en el problema a tratar. Los fármacos recetados buscan calmar a la persona, hacer que su fisiología esté menos alterada, que permanezca en un estado de relajación. De este modo, la persona que sufre de pánico no tiene sensación de cambios corporales, está menos alerta a éstos y se siente más relajada.

Sin embargo, muchos de los pacientes reportan que el miedo no desaparece. Por lo tanto, describen sus estados internos como trastorno de pánico sin crisis.  O sea, es posible que no se tengan las sensaciones desagradables propias del ataque de miedo, pero el pánico permanece intacto.

Por esta razón, es posible conocer personas que viven con sus "remedios" cerca. Al salir de casa cuidadosamente llevan consigo los fármacos recetados, "no vaya a ser que me venga una crisis". Esto genera una dependencia, tal vez no como a las drogas, sino la dependencia propia de los amuletos. La persona no está tranquila si no lleva consigo las gotas o frasco de pastillas.

Decíamos más arriba que las estrategias más usadas por las personas afectadas por pánico consiste en evitar. La evitación es un intento de solución del problema que siempre fracasa. En concreto las personas por más que eviten siempre hay crisis, tarde o temprano. Este es el corazón del problema. La utilización constante de la misma estrategia fracasada hace que el problema persista en el tiempo.

El tratamiento farmacológico consiste en lo mismo. Se trata de evitar que ocurra una crisis. Por esta razón no es de extrañar que haya pacientes que abandonen el tratamiento por sentirlo inefectivo. Pero también hay personas que elevan la dosis de medicamento arbitrariamente o con la supervisión de su médico. 

El tratamiento farmacológico es un intento más de evitar las crisis, un intento más de solución en una estrategia fracasada.

En este sentido, el miedo si crisis persiste porque el fármaco no actúa en el ámbito psicológico del problema.

En conclusión, podríamos decir que es posible tratar el pánico a base de fármacos, pero probablemente para muchos pacientes no será una solución efectiva. Sino más bien parcial y de poca duración antes de abandonar el tratamiento o subir la dosis.

Sin embargo, es posible afirmar que existe tratamiento psicológico para este mal. Revisaremos las terapias psicológicas y su efectividad en los siguientes días.

lunes, 30 de agosto de 2010

Más fuerte de lo que creemos...

Una de las tantas enseñanzas que nos dejarán los 33 mineros del norte, es que los seres humanos somos más fuertes de lo que muchas teorías psicológicas postulan. Al igual que lo ocurrido con el terremoto del 27 de febrero en que muchos colegas anunciaban una gran "epidemia" de estrés postraumático que nunca ocurrió, los 33 hombres estaban vivos y animados.

La primera nota recibida decía "Estamos bien los 33..." Para todo el país fue una verdadera sorpresa. ¡Milagro!, gritaban los familiares y cómo no reconocerlo. Cuando todos sospechábamos su muerte o la de varios de ellos y para los que estuvieran vivos imaginábamos un estado muy crítico de salud.

"Estamos bien los 33..." no es un grito desesperado de ayuda, no es la frase de un grupo de víctimas. Las circunstancias no lograron quebralos.

Algunos pocos estudiosos de la psicología han hablado de "crecimiento postraumático". Se refieren a aquella capacidad del ser humano para acudir a sus propios recursos personales para resistir y sobreponerse a la adverisdad y hacer de situaciones traumáticas una experiencia que permite crecer, conocerse y salir fortalecido de la amenaza.

Es una enseñanza que hay que reflexionar. Especialmente aquellas personas que sufren fobias, pánico y que les han hecho creer que sufren un mal crónico.

La psicología y psiquiatría clásica no logra comprender que los seres humanos somos un misterio y que cuando menos se espera puede salir lo mejor de nosotros para enfrentar la adversidad. No logra comprender ni incorporar en su idea de ser humano, que la fe, el amor, el deseo por superarse logra superar muchas dificultades que para estas disciplinas no tienen salida.

"Estamos bien los 33..." es una invitación a buscar en nuestro interior los recursos que nos permiten sobrevivir y salir renovados ante cualquier adversidad.

martes, 3 de agosto de 2010

Agorafobia

Agorafobia es un concepto compuesto de dos palabras griegas: Agora y Fobia. Podríamos traducirlo como el miedo a los lugares públicos y/o concurridos.

La psiquiatría lo ha definido de esta forma:

Aparición de ansiedad al encontrarse en lugares o situaciones donde escapar puede resultar difícil (o embarazoso) o donde, en el caso de aparecer una crisis de angustia inesperada o más o menos relacionada con una situación, o bien síntomas similares a la angustia, puede no disponerse de ayuda. Los temores agorafóbicos suelen estar relacionados con un conjunto de situaciones características, entre las que se incluyen estar solo fuera de casa; mezclarse con la gente o hacer cola; pasar por un puente, o viajar en autobús, tren o automóvil.
Estas situaciones se evitan (p. ej., se limita el número de viajes), se resisten a costa de un malestar o ansiedad significativos por temor a que aparezca una crisis de angustia o síntomas similares a la angustia, o se hace indispensable la presencia de un conocido para soportarlas.

Esta ansiedad o comportamiento de evitación no puede explicarse mejor por la presencia de otro trastorno mental como fobia social (p. ej., evitación limitada a situaciones sociales por miedo a ruborizarse), fobia específica (p. ej., evitación limitada a situaciones aisladas como los ascensores), trastorno obsesivo-compulsivo (p. ej., evitación de todo lo que pueda ensuciar en un individuo con ideas obsesivas de contaminación), trastorno por estrés postraumático (p. ej., evitación de estímulos relacionados con una situación altamente estresante o traumática) o trastorno de ansiedad por separación (p. ej., evitación de abandonar el hogar o la familia).

La Agorafobia puede acompañar el Trastorno de Pánico. Osea, que las personas sufren crisis de pánico en lugares con gran afluencia de público.

Como mucha de las fobias, suele ser un elemento sostenedor del problema las conductas que evitan exponerse a lo temido. Por ejemplo, es común que las personas que sufren agorafobia comienzen poco a poco a quedarse en el hogar. Tienen excusas que de buenas a primeras parecen razonables para no salir de casa o no asistir a las situaciones que les temen.

 
En los casos más agudos, los seres queridos de las personas que sufren agorafobia suelen ayudar a sostener el problema. Especialmente cuando asumen que el ser querido es un enfermo, y que hay que ayudarlo, pero entendiendo por ayuda coooperar en la evitación de lo temido. Así muchas veces son ellos los que van  comprar lo que la persona necesita porque ella no puede, o bien acompañan para realizar trámites, etc.

Es bueno ayudar, pero este tipo de ayuda tiene un doble mensaje: "Te quiero" (por eso te ayudo) y un "tú no puedes" (por eso te ayudo). Asistir a la persona con agorafobia para que no se exponga no siempre es una buena ayuda.

miércoles, 14 de julio de 2010

¿Qué es una Crisis de Pánico?

Podemos definir las crisis de pánico de diversas formas. La Psiquiatría y Psicología han consensuado esta forma definirlas con el objetivo de establecer el diagnostico del paciente.
Es la aparición temporal y aislada de miedo o malestar intensos, acompañada de cuatro (o más) de los siguientes síntomas, que se inician bruscamente y alcanzan su máxima expresión en los primeros 10 min:

1. Palpitaciones, sacudidas del corazón o elevación de la frecuencia cardíaca.
2. Sudoración.
3. Temblores o sacudidas.
4. Sensación de ahogo o falta de aliento.
5. Sensación de atragantarse.
6. Opresión o malestar torácico.
7. Náuseas o molestias abdominales.
8. Inestabilidad, mareo o desmayo.
9. Desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (estar separado de uno mismo).
10. Miedo a perder el control o volverse loco.
11. Miedo a morir.
12. Parestesias (sensación de entumecimiento u hormigueo).
13. Escalofríos o sofocaciones.
Salvo pequeñas diferencias de tipo técnico, la Organización Mundial de la Salud, coincide con esta definición.

Hay que considerar que estas crisis pueden estar presenten en varios trastornos, por ejemplo, fobias específicas (miedo a las arañas, a las alturas, a los lugares cerrados, etc)o pueden deberse a alguna enfermedad física, al abuso de sustancias

Trastorno de Pánico

La aparición frecuente y espontánea de estas crisis, sin que haya razones externas o algún objeto temido, y el constante temor y estado de alerta a que se presente una nueva crisis constituyen en sí mismo en un Trastorno de Pánico. Hay que especificar que no exista una enfermedad médica que las produzca o el efecto de alguna sustancia, fármaco o droga.

Es muy probable que una persona que sufra de este trastorno viva monitoreándose, temerosa, atenta para no ser sorprendida por una crisis de pánico. Es posible que se sienta invalidada, triste, con la horrible sensación de que ya no es la misma persona de antes.
También, en muchos casos no se sienten comprendidos por sus más cercanos, suelen recibir consejos e instrucciones tales como: "No hagas caso, no pasa nada"... "Cómo vas a tener miedo?!"... "Ya deberías ir pensando en vencer esto"... "Lo haces para llamar la atención"...

Si a usted le está pasando esto... ha llegado a un lugar donde será comprendido y podrá recibir ayuda...

Una Definición Alternativa

Otra forma de definir este problema, más metafórica y, a mi modo de ver, más útil para el trabajo clínico es comprender que las crisis o trastorno de pánico: "Es un monstruo que se alimenta de miedo. A más miedo más grande". Tal vez en términos académicos es muy poco formal, pero las personas que sufren este problema saben que esta definición es muy exacta a la hora de interpretar lo que les pasa.

viernes, 9 de julio de 2010

Cómo sacar máximo provecho de una entrevista clínica con el psicólogo.

Antes de asistir a consultar a cualquier especialista de la salud mental es importante saber que existen distintos enfoques teóricos que orientan la práctica psicoterapéutica. Podríamos decir que la piscoterapia resulta ser la puesta en práctica de determinados constructos teóricos. Estos constructos tienen una forma de comprender al ser humano no siempre similares entre sí. Por esta razón existen muchas diferencias en la psicología y obviamente entre los terapeutas.

Seguramente han escuchado o les ha tocado vivir situaciones en que simplemente el paciente (o consultante) no queda satisfecho de la atención recibida. Porque no se siente escuchado, porque le hicieron preguntas que no vienen al caso y/o porque estiman que el especialista no les dijo nada al finalizar la sesión.

Por esta razón, expongo algunos puntos que pueden orientarnos a preparar una buena entrevista clínica con el terapeuta.

1. Expresar con claridad lo que me está pasando. Ciertamente a veces nos cuesta identificar qué nos ocurre, existe confusión en determinar aquellas cosas que nos molestan. Una manera de aclarar las cosas es dirigiéndonos a nuestro organismo y sus manifestaciones. ¿Qué estoy sintiendo físicamente? (Dolor, intranquilidad, alteración de la frecuencia cardiaca, problemas digestivos, me he enfermado más, agotamiento, sobre energisado  etc.) ¿Qué estoy sintiendo espiritualmente?  (Tristeza, dolor, desesperanza, astío, etc). ¿Qué me ocurre mentalmente? (confusión, estoy pensando mucho, me cuesta concentrarme, etc.)

2. Claridad en expresar cuando ocurre lo que nos ocurre. Las crisis son pics, no son permanentes, no se está todo el tiempo intensamente sufriendo, aproblemado o gozando. Más bien son momentos y su intensidad suele impactar en muchas áreas. Por lo tanto, es importante alejar de nuestro lenguaje las generalizaciones (palabras como: siempre me siento así... siempre me ocurre esto o aquello, nunca me pasa que...) porque toda generalización es falsa. Ayuda mucho más centrarnos en identificar los momentos en que nos sentimos mal.

3. Identificar cuándo el problema no está presente. Atender a las excepciones. A veces ocurre que hay contextos en que esperabamos que se presentara el problema y simplemente no ocurrió. Cuáles son esos momentos. Cuándo el problema no está ocurriendo?

4. Identificar qué hemos hecho para solucionar el problema.Todos de alguna forma u otra intentamos salir por nuestros propios medios de los problemas. Al parecer cuando hemos agotado las alternativas a la mano acudimos al psicólogo u otro especialista de la salud mental. Sin embargo, aún es posible hacer otro movimiento. Intentar solucionar el problema en la dirección opuesta a los intentos de solución que ya fracasaron. Por ejemplo. Hay personas que expresan que no quieren pensar más en algo, una idea catastrófica, o que les irá mal y esto les hace sentir inseguros en el trabajo o otras áreas. Tal vez una solución más productiva al problema pasa por pensar más en eso...pensar tanto en aquello que se quiere evitar que resulte agotador... que ya ni siquiera impresione.

5. Identificar aquellas soluciones que si han resultado, para hacer más de lo mismo.

Esta breve pauta ayudará a su terapeuta a elaborar mejores estrategias para ayudar a solucionar el problema. Además usted dejará de ser "paciente"para ser activo en el proceso terapéutico. Podrá darse cuenta si el trabajo con el terapeuta será  o no efectivo, ahorrará tiempo y dinero.

viernes, 14 de mayo de 2010

Trastorno de Pánico. Sinópsis de Tratamientos

Resumen.


El Trastorno de Pánico junto con el Estrés Postraumático, han sido de las patologías que más se ha hablado en los medios de comunicación como consecuencia del terremoto ocurrido en Chile el 27 de Febrero pasado. A su vez, se han incorporado en el lenguaje de las personas para describir los estados anímicos marcados por el temor luego de la catástrofe.

Qué es una Crisis de Pánico, en qué consiste el Trastorno de Pánico, cómo lo define la psiquiatría en general y qué líneas de tratamientos existen, se desarrollan brevemente en este trabajo. Realizando una presentación sinóptica de los distintos enfoques y las acentuaciones terapéuticas que realizan.

Se presenta un poco más detallado el enfoque sistémico, la forma en que comprende el Trastorno de Pánico y los lineamientos que estructuran su tratamiento, especialmente basado en la propuesta de Giorgio Nardone en su texto “Miedo, Pánico y Fobias”

1. Definición del problema


En 1995, la Asociación Americana de Psiquiatría [APA], señala que en el orden del 1,5 al 3,5% de la población mundial sufre de Trastornos de Pánico con o sin Agorafobia, con una prevalencia anual del orden del 1 al 2% (APA, 1995). Si bien en Chile no existen estudios al respecto, en la literatura no científica se postula que este trastorno afectaría al 3% de los chilenos.

Existen diversos enfoques terapéuticos que se hacen cargo del tratamiento de este trastorno, y como es de esperar, actúan desde el paradigma que interpretan el fenómeno. De este modo, es posible realizar una clasificación de aquellas líneas más generales que abordan el problema.

Sin embargo, antes de realizar una revisión sinóptica de la forma en que se trata el trastorno de pánico, en necesario establecer a qué nos referimos cuando hablamos de este problema. Se asume en este documento la definición que realiza la APA en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM IV), que en términos estadísticos presenta una completa síntesis de los síntomas que reportan las personas que sufren este mal.

Es importante comprender la diferencia entre las Crisis de Pánico (panic attack) y el Trastorno de Pánico (panic disorder). Por crisis de pánico comprendemos según la APA:

“La aparición temporal y aislada de miedo o malestar intensos, acompañada de cuatro (o más) de los siguientes síntomas, que se inician bruscamente y alcanzan su máxima expresión en los primeros 10 min:

1. Palpitaciones, sacudidas del corazón o elevación de la frecuencia cardiaca.

2. Sudoración.

3. Temblores o sacudidas.

4. Sensación de ahogo o falta de aliento.

5. Sensación de atragantarse.

6. Opresión o malestar torácico.

7. Náuseas o molestias abdominales.

8. Inestabilidad, mareo o desmayo.

9. Desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (estar separado de uno mismo).

10. Miedo a perder el control o volverse loco.

11. Miedo a morir.

12. Parestesias (sensación de entumecimiento u hormigueo).

13. Escalofríos o sofocaciones.” (APA. 1995)

Hay que subrayar que se refiere a eventos temporales, aislados e intensos de miedo. Como tal se debe considerar que estas crisis pueden estar presentes en varios trastornos, por ejemplo, fobias específicas (miedo a las arañas, a las alturas, a los lugares cerrados, etc.) o pueden deberse a alguna enfermedad física y/o al abuso de sustancias.

El Trastorno de Pánico tiene como particularidad las apariciones inesperadas y seguidas de estas crisis, en un período mínimo de un mes, acompañadas por el temor constante de padecer un nuevo ataque. A esto le sigue un cambio comportamental significativo relacionado con las crisis. A su vez el problema no se explica por el consumo de sustancias, ni por una enfermedad médica, tampoco por otro trastorno mental. (APA, 1995).

El Trastorno de Pánico puede ser acompañado o no de Agorafobia. Esta última, según la APA, se refiere a la “aparición de ansiedad al encontrarse en lugares o situaciones donde escapar puede resultar difícil (o embarazoso) o donde, en el caso de aparecer una crisis de angustia inesperada o más o menos relacionada con una situación, o bien síntomas similares a la angustia, puede no disponerse de ayuda. Los temores agorafóbicos suelen estar relacionados con un conjunto de situaciones características, entre las que se incluyen estar solo fuera de casa; mezclarse con la gente o hacer cola; pasar por un puente, o viajar en autobús, tren o automóvil.(APA, 1995).

Es acompañada por la evitación de las situaciones que pudieran detonar una nueva crisis, generándose un importante cambio conductual en el sujeto, evitando salir de su casa, asilándose socialmente, manifestando un malestar clínico significativo. Además, la situación no se explica mejor por la presencia de otro trastorno mental, como la fobia social u otros trastornos ansiosos, ni por una enfermedad médica, ni consumo de sustancias.
Como señalábamos al comienzo, existen diversos enfoques que abordan terapéuticamente el problema, cada uno desde su propio paradigma. Brevemente haremos una presentación sinóptica de la forma en que estructuran sus tratamientos.
2. Enfoques en busca de la causas

Algunos enfoques parten del supuesto epistemológico de causalidad lineal. Entiéndase, que a una causa siempre le sigue un efecto. De este modo, intentan establecer una causa que origine el trastorno de pánico para realizar un tratamiento tendiente a anular la causa que, en consecuencia, acabará con el trastorno. En esta línea podemos encontrar las disciplinas biologisistas, que explican el fenómeno a partir de hallazgos bioquímicos que diferencian a los sujetos víctimas de este fenómeno de los que no lo son.
Es posible situar en esta distinción a los tratamientos psiquiátricos que mediante fármacos buscan anular la causa del Trastorno de Pánico y fundamentan parte importante de su tratamiento en este aspecto.

El enfoque psicodinámico bien cabe en esta clasificación, desde una perspectiva más psicológica, en tanto apuesta a que el origen o causa de este trastorno podría encontrarse en la historia del sujeto, una causa que se ubica en el pasado, en el desarrollo temprano de la psiquis del sujeto. Desde esta perspectiva, ofrecerá un tratamiento del problema tendiente a indagar en la vida del sujeto algún evento traumático que pudiera estar provocando el problema, y por medio de una terapia regresiva resolver este fenómeno.

3. Enfoques basados en la comprensión y la exposición.

Algunas corrientes terapéuticas apuestan a que los sujetos en general cuando comprenden cognitivamente lo que les ocurre son capaces de realizar un cambio conductual acorde a superar el problema.

En este segmento es posible ubicar los enfoques más gestálticos, que apuestan por provocar el insight, en que la persona al darse cuenta de lo que ocurre, por medio de la comprensión del problema suprime paulatinamente el trastorno.

Bajo el mismo fundamento básico, las terapias más cognitivas conductuales, buscan psicoeducar al sujeto, con el fin de lograr la comprensión del problema y atendiendo a la conducta evitativa característica del fenómeno apuestan por la exposición paulatina de las sensaciones que el sujeto intenta sistemáticamente evitar. Así como identificar los errores cognitivos que acompañan las sensaciones. Entiéndase el miedo a perder el control y las ideas catastróficas durante cada crisis. (Botella, 2001).

4. Enfoques basados en la cibernética. Teoría sistémica

Este enfoque aborda los Trastornos de Pánico desde otra perspectiva. En general, considera los problemas humanos como producto de la interacción del sujeto con la realidad y, sobre todo, como cada uno percibe la realidad de acuerdo a sus instrumentos cognoscitivos y la utilización que hace del lenguaje para referirse a ella. De este modo, lo que interesa es el problema en concreto, su funcionamiento y el patrón estable de funcionamiento que termina atrapando a quien lo sufre.

Coherente con esto, el foco de atención no está puesto en el “porqué” o causa del problema, sino más bien en el “cómo” funciona el problema. Este cambio de enfoque permite diseñar estrategias que apunten directamente a romper el patrón o pauta de sostenimiento del fenómeno y logra rápidamente su extinción.

Se asume además un cambio semántico. Los sistémicos toman distancia de conceptos como enfermedad, patología, paciente, etc. Puesto que, en este sentido, el lenguaje termina por atrapar al sujeto, haciéndole sentir que no tiene poder alguno sobre lo que le afecta y sobre sí mismo, puesto que padece una enfermedad y como tal, está fuera de su campo de acción, se transforma en un paciente (pasivo) que necesita de la intervención de un experto.

La sistémica prefiere hablar de problemas, puesto que los problemas tienen solución y con respecto al paciente, lo denomina consultante o cliente, ya que es un agente activo y con recursos personales que hacen posible en el proceso terapéutico.

En este sentido el abordaje que se realiza del Trastorno de Pánico busca primeramente, cambiar el foco de atención que el sujeto pone en el problema. Las personas ansiosas son por excelencia pensadores, calculan, analizan, evalúan. Esta condición les hace estar siempre vigilantes a una nueva crisis de pánico y permanecer en la paradoja del miedo al miedo. De este modo, al indagar el problema, se les invita a pensar su situación vital desde una perspectiva que nunca han usado, como por ejemplo, evaluar los aspectos más positivos del pánico. Estas personas siempre evitan las crisis y las evalúan como catastróficas, en un lenguaje sugestivo se les invita a ir en la dirección opuesta.

También se encomiendan tareas tendientes a provocar el síntoma, incluso se prescribe la recaída. Se les pide que provoquen una crisis de pánico con el fin de investigar qué ocurre. Seguidamente, luego de pocas sesiones, al sujeto se le explica el sentido de las tareas terapéuticas y la forma en que puede continuar sosteniendo el cambio operado.

La experiencia clínica muestra que en la mayoría de los casos ocurre una remisión total de síntomas desde la primera sesión. (Nardone, 1997). Y aunque se pudiera sospechar de una alta tasa de recidiva en los sujetos tratados, el fenómeno no se ha presentado. La explicación está en que la persona ha redefinido el problema, conoce mejor sus recursos personales para superarlo, ha hecho una comprobación empírica de estos y es capaz de hacer uso de ellos en otras situaciones.

Conclusión

Siendo una de las características centrales del Trastorno de Pánico la aparición constante de crisis de pánico sin un estímulo definido y, por lo tanto, condición para su diagnóstico, podemos señalar que los estados de ansiedad y miedo observables en la población luego del terremoto del 27 de Febrero, no corresponden a este trastorno y se pueden explicar por otro fenómeno.

El Trastorno de Pánico es un problema de salud mental bien definido por la psiquiatría en lo que respecta a sus síntomas. Aunque existe un acuerdo en considerar la definición de la APA al respecto, existen diversos enfoques para ofrecer un tipo de tratamiento.

Cada uno de los enfoques obedece a un paradigma y epistemología acotada y desde este sustento teórico abordan la problemática. Siendo así, queda en manos del terapeuta decidir en qué corriente se siente más cómodo, intelectualmente hablando, y juzga más efectivo buscando el bien del consultante.

Con todo, se destaca la el abordaje que la psicología sistémica realiza del problema desde una perspectiva cibernética, en el que el tratamiento del Trastorno de Pánico se despatologiza y redefine como un problema en el que el consultante tiene recursos personales para abordarlo. Logrando un mayor empoderamiento del sujeto con respecto a lo que le ocurre y llevándole a reconocer su problema desde un foco que no había considerado y por lo tanto abre su campo de acción hacia otro tipo de estrategias.

viernes, 12 de marzo de 2010

Tragedia en Chile

Reciban un gran saludo en estos días de dolor, miedo y desesperanza para muchos. Hemos sido golpeados por nuestra madre naturaleza y, como suele ocurrir, muchos han perdido la vida, otros muchos sus bienes, seres queridos y la mayoría hemos perdido la paz y tranquilidad que teníamos antes de este evento.

Las catastrofes naturales nos suelen recordar lo frágiles que somos, la finitud de nuestra vida y especialmente nuestra condición de creaturas, somos una especie más que habita en este mundo. Así como cayeron muchos de nuestros hogares, cae también nuestra extraña creencia de omnipotencia, olvidamos nuestra raiz más natural que nos une a la gran comunidad de biodiversidad que abunda en nuestro planeta.

En el contexto de lo ocurrido, es natural sentir miedo, estar agotados, es normal que los recuerdos de aquella fatídica noche regresen una y otra vez a nuestra mente. Sin embargo, hay que ponerse de pié y levantar nuevamente nuestras vidas. La gran pregunta es ¿Cómo hacer esto?

No conozco del todo la respuesta a esa interrogante. Por el momento estoy meditando acerca de la segunda oportunidad que Dios o la vida me dio para seguir adelante. Y pienso ¿Qué debe cambiar en vida? ¿Todo debe seguir siendo como antes? ¿Qué debo hacer con esta segunda oportunidad? Por ahora la respuesta a estas interrogantes ha sido "ayuda"... Ayuda a los que están peor que ti, alguien siempre necesita una mano amiga para levantarse, un hombro donde apoyar la cabeza, un par de brazos para remover escombros.

Ojalá muchos pudieran valorar el seguir con vida y que esta valoración nos abra al sufrimiento de los demas y a la solidaridad.

A todos(as) un gran abrazo.

sábado, 20 de febrero de 2010

Aprendiendo a aceptarse

Hacia el final de un interesante proceso terapéutico por trastorno de pánico, y proyectando dar el alta, pregunté a la consultante: ¿Existe algún otro problema que usted quisiera trabajar conmigo? Ella señaló que sí, me dijo que quería dejar de ser ansiosa. No se estaba refiriendo a al desorden de pánico, tampoco a algún otro trastorno de tipo ansioso. Sino a su forma de ser. Le pregunté más específicamente a qué se refería. Me respondió, que vive muy acelerada, quiere hacer todo rápido, que suele sentirse tensa, que piensa mucho.

Ciertamente son características de la ansiedad, pero al ver que no refiere ningún desorden o molestia intensa y específica y que el tratorno de pánico había sido superado, me sentí entre la espada y la pared. Y en el momento se me ocurrió preguntarle. ¿Qué aspectos positivos tiene la ansiedad en su vida?, ya que sólo señaló defectos. Me respondió que no había pensado en este sentido. Y antes de establecer objetivos terapéuticos o realizar algún intento de psicoeducación sobre el tema, le solicité que pensara un poco la pregunta.

A la semana siguiente señaló que si había encontrado aspectos positivos y muchos. Recuerdo que señaló cualidades en los mismos aspectos que evaluó como negativos. O sea, con respecto a andar acelerada, destacó la rapidez con la que hace las cosas, lo que le permite realizar varias tareas al mismo tiempo con eficiencia y sin demora. Esto le ha permitido destacarse en muchos de sus trabajos, siendo valorada como una funcionaria eficiente. Señaló que además se encontraba una persona entretenida, muy dinámica, conversadora. Que además suele pensar mucho antes de actuar, que siempre ella evalúa todas las posibles alternativas para realizar una tarea lo que le ayuda a no cometer tantos errores.

Ciertamente había muchos más recursos que descubrió al valorar su forma de ser ansiosa y otros aspectos en los cuales debía tener cuidado puesto que le jugaban malas pasadas, como por ejemplo el trastorno que venía superando. Dejó de ver su ansiedad como una especie de enfermedad de la que debía curarse, y más bien atendió a todas aquellas cualidades que le hacen ser como es. Así pudo establecer conductas de autocuidado con respecto a las situaciones que le podrían originar problemas y curiosamente su ansiedad bajó.

Aprendí que ningún cambio ocurre cuando nos rechazamos.


martes, 9 de febrero de 2010

Estoy preocupado(a)...

"Estoy preocupado(a)"... es, tal vez, una de las expresiones más usadas por las personas que sufren algún trastorno ansioso. Siempre tienen un motivo o problema que les molesta, que les inquieta, que se clava como una astilla en su cerebro y que los tiene pensando, planificando, tensos, calculando riesgos, estrategias, en fin, están PREOCUPADOS.
Estas preocupaciones los mantienen en un estado de tensión constante y con mucha actividad mental, y si uno mira en serio los motivos de la preocupación, se da cuenta que muchos de estos efectivamente son una buena y legtímica excusa para estar preocupados. En ocasiones, compartimos esa preocupación y otras la aconsejamos: "Deberías PREOCUPARTE por esto o aquello..."
Sin embargo, pocas veces nos detemos a analizar el mensaje que lleva el concepto PREOCUPACIÓN. No es necesario realizar un gran esfuerzo para develar su sentido, basta con separar la palabra en dos. Así, nos queda de la siguiente forma: PRE-OCUPACIÓN. Podemos darnos cuenta que estar preocupados nos sitúa en un extraño espacio previo a la ocupación. Cuando estamos preocupados por algo, podemos afirmar que NO NOS ESTAMOS OCUPANDO DE ESE ALGO.


Lo extraño es que, la "preocupación", muchas veces nos otorga la engañoza sensación de estar "haciendo" algo por aquello que nos preocupa, cuando no es así. De este modo, el problema o dilema en que estamos pensando permanece intacto, no resuelto, y contrariamente, lo que suele ocurrir es que el objeto de preocupación crece, inaugura un proceso de desrealización, separándose de lo que es objetivamente, ya que de tanto pensarlo se ha vuelto algo subjetivo.

Entonces, si el problema o asunto que nos tensionaba tenía cierta complejidad al inicio del proceso de preocupación, se puede observar que en la medida que la persona más tarda en ocuparse de él, más se separa de la realidad y se hace menos abordable, aumentando aún más la tensión y preocupación, así como la sensación de indefección que nos provoca.

¿Qué podemos hacer?

Ocuparnos. Osea, actuar, dejar de pensar y pensar e iniciar actos concretos por solucionar el problema que nos aqueja o la situación que nos PRE-OCUPA. No se trata de dejar de planificar ni elaborar estrategias, sino de asignar al análisis y planificación su espacio justo y movilizarnos a la acción. En cada día que pasa, el problema se hace más grande y nosotros más pequeños. Nunca es tarde para comenzar a hacer algo que nos permita vencer aquello que tanto nos preocupa.

Termino esta reflexión con un consejo de un viejo sacerdote amigo mío, se llama Olivier d'Argouges, él solía decir: "Hay tres clases de problemas: 1. Los que se puedes solucionar. Entonces para qué preocuparse. 2. Los que se solucionan solos. Entonces para qué preocuparse. Y 3. Los que no tienen solución. Entonces para qué preocuparse.

Animo a todos.

domingo, 7 de febrero de 2010

¿Qué es el Miedo?


El vocablo "MIEDO" viene del Latín "METUS". Describe una perturbación angustiosa del  ánimo por un riesgo de daño real o imaginario. Puede entenderse como el recelo o aprensión que alguien tiene a que le ocurra algo no deseado.

También podemos comprender el miedo como una emoción intensa, desagradable que se provoca cuando se percibe un peligro real o supuesto, presente o futuro. Desde esta perspectiva podemos decir que el miedo es un mecanismo de defensa presente animales y humanos.

Además, el miedo, provoca ciertos cambios en nuestra fisiología. El corazón se acelera, bombea sangre con más intensidad, nos hace estar hipersensibles, en estado de alerta, de manera que podamos responder con mucha rapidez ante el peligro, huyendo o atacando. 

Esto explica que muchas de las personas que sufren crisis de pánico, sientan algo parecido a taquicardias, ruborización, agitación, tensión muscular. Su fisiología se prepara para reaccionar ante un estimulo peligroso, que en el caso de los trastornos de pánico tal estímulo no existe.

Así las cosas, parece ser que lo que ocurre en una crisis de pánico no es otra cosa que miedo intenso. Lo que nos podría insinuar que no es una "ENFERMEDAD" sino más bien un "DESORDEN" o trastorno de un mecanismo natural de nuestro ser y que, obviamente, es necesario ordenar.

martes, 2 de febrero de 2010

Terapia Sistémica Breve


La Terapia Sistémica Breve es un modelo psicoterapéutico que en su trabajo asume que todos los pacientes (consultantes) cuentan con recursos personales necesarios  para cambiar. Este modelo toma distancia de la nomenclatura médica que suele usar términos como: paciente, patología, terapeuta, sintoma, diagnóstico. Más bien prefiere referirse  al sujeto de la terapia como "consultante", las patologías son comprendidas como problemas, y sostiene además que ningún problema sucede de manera permanente durante todo el tiempo, existen por tanto excepciones, o sea momentos o circunstancias en que el problema no es tal o posee menos intensidad.
De esta forma, la terapia breve intenta ser un catalizador de los recursos propios de los consultantes, lo que suele provocar modificaciones rápidas en las creencias y conductas de las personas.

Supuestos de la Terapia Sistémica Breve

1. El concepto de resistencia (para otros modelos cuando el método terapéutico o técnica utilizada no surte los efectos esperados y en paciente se observa falta de motivación o colaboración, suele definirse el fenómeno como resistencia. O sea, que el paciente estaría presentando cierta oposición a sanar) en la Terapia Sistémica Breve no es útil. Sino que invita al consultado a revisar la técnica utilizada, la relación o vínculo que estableció con el consultante e inclusive invita a replantear los objetivos terapéuticos.

2. Por lo tanto, para los sistémicos breves la cooperación es inevitable. En este sentido todo lo que el cliente traiga a terapia se puede utilizar como elemento de cooperación. Las conductas negativas pueden ser connotadas o reformuladas como intentos de solución y además, y sobre todo las excepciones.

3. Así el cambio es inevitable. Como dicen los budistas el cambio es un proceso continuo, y la estabilidad una ilusión. Todo cambio llegará de manera inevitable como una excepción.

4. Sólo se necesita un pequeño cambio: Las partes de un conjunto de problemas individuales están interconectados, de modo que un pequeño cambio en un elemento clave del sistema produce efectos en otras partes del sistema. O sea, no es verdad que grandes problemas requieren grandes soluciones.

5. Los pacientes cuentan con las fuerzas y los recursos necesarios para cambiar: Las terapias que enfatizan las fuerzas y recursos de las familias y pacientes para resolver sus problemas dan mejores resultados que otras terapias.

6. Los problemas son intentos fallidos de resolver conflictos: Los problemas derivan de un tipo de solución, o su combinación, que implica: a-Se necesita actuar pero no se actúa (negación del problema), b-Se actúa cuando no se debe (las cosas deben ser perfectas y todo cambio gradual es despreciable), c-Se actúa a un nivel lógico equivocado (Se establece una paradoja del estilo: !Sé espontáneo!).

7. No es necesario saber mucho sobre el problema para resolverlo: Los problemas no se presentan todo el tiempo, hay excepciones temporales y circunstanciales. El terapeuta adopta el papel de "investigardor" en la búsqueda y desarrollo de estas excepciones.

8. Los pacientes fijan los objetivos del tratamiento: Es importante que el terapeuta induzca a los consultantes a describir como serán las cosas cuando resuelvan el problema actual y que lo describan como si se vieran en una cinta de video.

9. La realidad es definida por el observador y el terapeuta participa en la construcción del sistema terapéutico: Nuestras teorías determinan lo que podemos observar. La visión del "ojo de Dios" objetivo es un mito. Las construcciones que no son ni demasiado parecidas ni demasiado insólitas para el paciente-familia son las que más posibilidades terapéuticas presentan.

10. Existen muchas maneras de enfocar una situación pero ninguna es más "correcta" que otra: No hay una explicación última de la realidad. Como terapeutas es importante no aferrarse demasiado a los propios modelos terapéuticos. Cuando la propia terapia centrada en la solución no parece adecuada! podemos cambiar de enfoque! Esta terapia no es una panacea.

(Fuente: "Psicología on Line" Juan José Ruiz Sánchez & Justo José Cano Sánchez)

 

miércoles, 27 de enero de 2010

¿Qué es una Crisis de Pánico?

Podemos definir las crisis de pánico de diversas formas. La Psiquiatría y Psicología han consensuado esta forma definirlas con el objetivo de establecer el diagnostico del paciente.

Es la aparición temporal y aislada de miedo o malestar intensos, acompañada de cuatro (o más) de los siguientes síntomas, que se inician bruscamente y alcanzan su máxima expresión en los primeros 10 min:

1. Palpitaciones, sacudidas del corazón o elevación de la frecuencia cardíaca.
2. Sudoración.
3. Temblores o sacudidas.
4. Sensación de ahogo o falta de aliento.
5. Sensación de atragantarse.
6. Opresión o malestar torácico.
7. Náuseas o molestias abdominales.
8. Inestabilidad, mareo o desmayo.
9. Desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (estar separado de uno mismo).
10. Miedo a perder el control o volverse loco.
11. Miedo a morir.
12. Parestesias (sensación de entumecimiento u hormigueo).
13. Escalofríos o sofocaciones.

Salvo pequeñas diferencias de tipo técnico, la Organización Mundial de la Salud, coincide con esta definición.

Hay que considerar que estas crisis pueden estar presenten en varios trastornos, por ejemplo, fobias específicas (miedo a las arañas, a las alturas, a los lugares cerrados, etc)o pueden deberse a alguna enfermedad física, al abuso de sustancias.

lunes, 25 de enero de 2010

Trastorno de Pánico

La aparición frecuente y espontánea de estas crisis, sin que haya razones externas o algún objeto temido, y el constante temor y estado de alerta a que se presente una nueva crisis constituyen en sí mismo en un Trastorno de Pánico. Hay que especificar que no exista una enfermedad médica que las produzca o el efecto de alguna sustancia, fármaco o droga.

Es muy probable que una persona que sufra de este trastorno viva monitoreándose, temerosa, atenta para no ser sorprendida por una crisis de pánico. Es posible que se sienta invalidada, triste, con la horrible sensación de que ya no es la misma persona de antes.

También, en muchos casos no se sienten comprendidos por sus más cercanos, suelen recibir consejos e instrucciones tales como: "No hagas caso, no pasa nada"... "Cómo vas a tener miedo?!"... "Ya deberías ir pensando en vencer esto"... "Lo haces para llamar la atención"...

Si a usted le está pasando esto... ha llegado a un lugar donde será comprendido y podrá recibir ayuda...

domingo, 24 de enero de 2010

Una Definición Alternativa



Otra forma de definir este problema, más metafórica y, a mi modo de ver, más útil para el trabajo clínico es comprender que las crisis o trastorno de pánico: "Es un monstruo que se alimenta de miedo. A más miedo más grande". Tal vez en términos académicos es muy poco formal, pero las personas que sufren este problema saben que esta definición es muy exacta a la hora de interpretar lo que les pasa.

sábado, 23 de enero de 2010

¿Trastorno (patología) o Problema?


Sin el ánimo de contradecir los esfuerzos serios de muchos científicos peritos en el tema, pero a veces es posible sospechar que muchos problemas a los que no encontramos solución y que los intentos por resolverlos no logran dar con resultados satisfactorios, encuentran una cómoda definición en el concepto de "Patología" y/o "Enfermedad". Porque al "experto" le libera de la responsabilidad en la fracaso de no lograr un tratamiento adecuado, al "Paciente" le libera de la responsabilidad de movilizarse para lograr un cambio, y la "estrategia" o "método" a usar se exime de la necesidad de ser cambiada. Las cosas no resultan porque el "paciente" está enfermo.

Se plantea desde la psiquiatría y psicología clásica, una definición del Pánico como crisis o trastorno que bien explica y justifica terapias largas o basadas en fármacos. Incluso ciertas corrientes más biologisistas postulan un origen de orden genético como causa del problema.

Sin embargo, corrientes derivadas de la psicología de la escuela de Palo Alto, que se sitúan en otro paradigma científico, han logrado redefinir muchas de las patologías y encontrar soluciones a éstas que ni siquiera se podían sospechar. Una de estas formas de redefinir es en lenguaje, asumiendo que lo que entendemos clásicamente como "Patología"y/o "Enfermedad", son antes que todo, PROBLEMAS, como tales, susceptibles de ser resueltos.

Si sufres de pánico, no estás enfermo, tienes un problema y los recursos para resolverlo.

viernes, 22 de enero de 2010

Alternativas de Tratamiento

Existen varias formas de tratamiento para los Trastornos de Pánico y ansiosos en general, cada uno responde a un enfoque determinado.

Desde esta perspectiva, muchos de los tratamientos que hoy conocemos en psicología y psiquiatría responden a un modelo científico de "causalidad lineal". Esto quiere decir que a la hora de abordar un trastorno o patología buscan con mucha dedicación la causa que lo origina. En un esquema más biológico es razonable, puesto que, en este sentido la lógica nos permite pensar que si atacamos la causa los efectos o consecuencias del fenómeno desaparecerán.

De esta forma, en la práctica clínica esto se refleja en la atención que los terapeutas ponen a los síntomas, en tanto los consideran como efectos o consecuencias a través de los cuales podemos encontrar la causa que los origina. Así, podemos encontrar terapias psicológicas que antes de iniciar un protocolo terapéutico ocupan un tiempo considerable en establecer un diagnóstico certero del problema a tratar, auscultando minuciosamente cada uno de los síntomas presentados por el paciente. Una vez confirmado el diagnóstico educan (explican) al "paciente" acerca de lo que le está pasando y proponen un plan de tratamiento en el que esperan contar con el apoyo del consultante.

La psiquiatría postula un tratamiento combinado en base a fármacos y psicoterapia. Con gran importancia a la medicación.

El modelo terapéutico con el que trabajamos se llama Psicoterapia Sistémica Breve o Psicoterapia Breve Centrada en la Solución del Problema. Nuestro enfoque científico no es de causalidad lineal, sino cibernético, creemos que los problemas son sistemas en los que muchas variables provocan su sostenimiento y que terminan por separarse de las causas que lo originan, buscando un equilibrio que les permite existir.

De este modo el primer interés no está en el rastreo sintomatológico, sino en los intentos de solución que la persona misma ha realizado, atendemos a las excepciones, o sea cuándo el problema no se presenta, e intentamos alterar las variables que sostienen el fenómeno para romper el patrón de sostenimiento.

En otro apartado nos explayaremos más en el modelo terapéutico.

Por ahora podemos afirmar que en el trabajo de terapia para trastornos de pánico que realizamos con nuestro enfoque, hemos observado una remisión de síntomas en la primera sesión, que se ha sostenido durante todo el trabajo terapéutico (que dura un promedio de 10 a 12 sesiones, realizando una sesión semanal), y durante el seguimiento de los casos finalizada la terapia no se han observado recaídas.