sábado, 20 de febrero de 2010

Aprendiendo a aceptarse

Hacia el final de un interesante proceso terapéutico por trastorno de pánico, y proyectando dar el alta, pregunté a la consultante: ¿Existe algún otro problema que usted quisiera trabajar conmigo? Ella señaló que sí, me dijo que quería dejar de ser ansiosa. No se estaba refiriendo a al desorden de pánico, tampoco a algún otro trastorno de tipo ansioso. Sino a su forma de ser. Le pregunté más específicamente a qué se refería. Me respondió, que vive muy acelerada, quiere hacer todo rápido, que suele sentirse tensa, que piensa mucho.

Ciertamente son características de la ansiedad, pero al ver que no refiere ningún desorden o molestia intensa y específica y que el tratorno de pánico había sido superado, me sentí entre la espada y la pared. Y en el momento se me ocurrió preguntarle. ¿Qué aspectos positivos tiene la ansiedad en su vida?, ya que sólo señaló defectos. Me respondió que no había pensado en este sentido. Y antes de establecer objetivos terapéuticos o realizar algún intento de psicoeducación sobre el tema, le solicité que pensara un poco la pregunta.

A la semana siguiente señaló que si había encontrado aspectos positivos y muchos. Recuerdo que señaló cualidades en los mismos aspectos que evaluó como negativos. O sea, con respecto a andar acelerada, destacó la rapidez con la que hace las cosas, lo que le permite realizar varias tareas al mismo tiempo con eficiencia y sin demora. Esto le ha permitido destacarse en muchos de sus trabajos, siendo valorada como una funcionaria eficiente. Señaló que además se encontraba una persona entretenida, muy dinámica, conversadora. Que además suele pensar mucho antes de actuar, que siempre ella evalúa todas las posibles alternativas para realizar una tarea lo que le ayuda a no cometer tantos errores.

Ciertamente había muchos más recursos que descubrió al valorar su forma de ser ansiosa y otros aspectos en los cuales debía tener cuidado puesto que le jugaban malas pasadas, como por ejemplo el trastorno que venía superando. Dejó de ver su ansiedad como una especie de enfermedad de la que debía curarse, y más bien atendió a todas aquellas cualidades que le hacen ser como es. Así pudo establecer conductas de autocuidado con respecto a las situaciones que le podrían originar problemas y curiosamente su ansiedad bajó.

Aprendí que ningún cambio ocurre cuando nos rechazamos.


martes, 9 de febrero de 2010

Estoy preocupado(a)...

"Estoy preocupado(a)"... es, tal vez, una de las expresiones más usadas por las personas que sufren algún trastorno ansioso. Siempre tienen un motivo o problema que les molesta, que les inquieta, que se clava como una astilla en su cerebro y que los tiene pensando, planificando, tensos, calculando riesgos, estrategias, en fin, están PREOCUPADOS.
Estas preocupaciones los mantienen en un estado de tensión constante y con mucha actividad mental, y si uno mira en serio los motivos de la preocupación, se da cuenta que muchos de estos efectivamente son una buena y legtímica excusa para estar preocupados. En ocasiones, compartimos esa preocupación y otras la aconsejamos: "Deberías PREOCUPARTE por esto o aquello..."
Sin embargo, pocas veces nos detemos a analizar el mensaje que lleva el concepto PREOCUPACIÓN. No es necesario realizar un gran esfuerzo para develar su sentido, basta con separar la palabra en dos. Así, nos queda de la siguiente forma: PRE-OCUPACIÓN. Podemos darnos cuenta que estar preocupados nos sitúa en un extraño espacio previo a la ocupación. Cuando estamos preocupados por algo, podemos afirmar que NO NOS ESTAMOS OCUPANDO DE ESE ALGO.


Lo extraño es que, la "preocupación", muchas veces nos otorga la engañoza sensación de estar "haciendo" algo por aquello que nos preocupa, cuando no es así. De este modo, el problema o dilema en que estamos pensando permanece intacto, no resuelto, y contrariamente, lo que suele ocurrir es que el objeto de preocupación crece, inaugura un proceso de desrealización, separándose de lo que es objetivamente, ya que de tanto pensarlo se ha vuelto algo subjetivo.

Entonces, si el problema o asunto que nos tensionaba tenía cierta complejidad al inicio del proceso de preocupación, se puede observar que en la medida que la persona más tarda en ocuparse de él, más se separa de la realidad y se hace menos abordable, aumentando aún más la tensión y preocupación, así como la sensación de indefección que nos provoca.

¿Qué podemos hacer?

Ocuparnos. Osea, actuar, dejar de pensar y pensar e iniciar actos concretos por solucionar el problema que nos aqueja o la situación que nos PRE-OCUPA. No se trata de dejar de planificar ni elaborar estrategias, sino de asignar al análisis y planificación su espacio justo y movilizarnos a la acción. En cada día que pasa, el problema se hace más grande y nosotros más pequeños. Nunca es tarde para comenzar a hacer algo que nos permita vencer aquello que tanto nos preocupa.

Termino esta reflexión con un consejo de un viejo sacerdote amigo mío, se llama Olivier d'Argouges, él solía decir: "Hay tres clases de problemas: 1. Los que se puedes solucionar. Entonces para qué preocuparse. 2. Los que se solucionan solos. Entonces para qué preocuparse. Y 3. Los que no tienen solución. Entonces para qué preocuparse.

Animo a todos.

domingo, 7 de febrero de 2010

¿Qué es el Miedo?


El vocablo "MIEDO" viene del Latín "METUS". Describe una perturbación angustiosa del  ánimo por un riesgo de daño real o imaginario. Puede entenderse como el recelo o aprensión que alguien tiene a que le ocurra algo no deseado.

También podemos comprender el miedo como una emoción intensa, desagradable que se provoca cuando se percibe un peligro real o supuesto, presente o futuro. Desde esta perspectiva podemos decir que el miedo es un mecanismo de defensa presente animales y humanos.

Además, el miedo, provoca ciertos cambios en nuestra fisiología. El corazón se acelera, bombea sangre con más intensidad, nos hace estar hipersensibles, en estado de alerta, de manera que podamos responder con mucha rapidez ante el peligro, huyendo o atacando. 

Esto explica que muchas de las personas que sufren crisis de pánico, sientan algo parecido a taquicardias, ruborización, agitación, tensión muscular. Su fisiología se prepara para reaccionar ante un estimulo peligroso, que en el caso de los trastornos de pánico tal estímulo no existe.

Así las cosas, parece ser que lo que ocurre en una crisis de pánico no es otra cosa que miedo intenso. Lo que nos podría insinuar que no es una "ENFERMEDAD" sino más bien un "DESORDEN" o trastorno de un mecanismo natural de nuestro ser y que, obviamente, es necesario ordenar.

martes, 2 de febrero de 2010

Terapia Sistémica Breve


La Terapia Sistémica Breve es un modelo psicoterapéutico que en su trabajo asume que todos los pacientes (consultantes) cuentan con recursos personales necesarios  para cambiar. Este modelo toma distancia de la nomenclatura médica que suele usar términos como: paciente, patología, terapeuta, sintoma, diagnóstico. Más bien prefiere referirse  al sujeto de la terapia como "consultante", las patologías son comprendidas como problemas, y sostiene además que ningún problema sucede de manera permanente durante todo el tiempo, existen por tanto excepciones, o sea momentos o circunstancias en que el problema no es tal o posee menos intensidad.
De esta forma, la terapia breve intenta ser un catalizador de los recursos propios de los consultantes, lo que suele provocar modificaciones rápidas en las creencias y conductas de las personas.

Supuestos de la Terapia Sistémica Breve

1. El concepto de resistencia (para otros modelos cuando el método terapéutico o técnica utilizada no surte los efectos esperados y en paciente se observa falta de motivación o colaboración, suele definirse el fenómeno como resistencia. O sea, que el paciente estaría presentando cierta oposición a sanar) en la Terapia Sistémica Breve no es útil. Sino que invita al consultado a revisar la técnica utilizada, la relación o vínculo que estableció con el consultante e inclusive invita a replantear los objetivos terapéuticos.

2. Por lo tanto, para los sistémicos breves la cooperación es inevitable. En este sentido todo lo que el cliente traiga a terapia se puede utilizar como elemento de cooperación. Las conductas negativas pueden ser connotadas o reformuladas como intentos de solución y además, y sobre todo las excepciones.

3. Así el cambio es inevitable. Como dicen los budistas el cambio es un proceso continuo, y la estabilidad una ilusión. Todo cambio llegará de manera inevitable como una excepción.

4. Sólo se necesita un pequeño cambio: Las partes de un conjunto de problemas individuales están interconectados, de modo que un pequeño cambio en un elemento clave del sistema produce efectos en otras partes del sistema. O sea, no es verdad que grandes problemas requieren grandes soluciones.

5. Los pacientes cuentan con las fuerzas y los recursos necesarios para cambiar: Las terapias que enfatizan las fuerzas y recursos de las familias y pacientes para resolver sus problemas dan mejores resultados que otras terapias.

6. Los problemas son intentos fallidos de resolver conflictos: Los problemas derivan de un tipo de solución, o su combinación, que implica: a-Se necesita actuar pero no se actúa (negación del problema), b-Se actúa cuando no se debe (las cosas deben ser perfectas y todo cambio gradual es despreciable), c-Se actúa a un nivel lógico equivocado (Se establece una paradoja del estilo: !Sé espontáneo!).

7. No es necesario saber mucho sobre el problema para resolverlo: Los problemas no se presentan todo el tiempo, hay excepciones temporales y circunstanciales. El terapeuta adopta el papel de "investigardor" en la búsqueda y desarrollo de estas excepciones.

8. Los pacientes fijan los objetivos del tratamiento: Es importante que el terapeuta induzca a los consultantes a describir como serán las cosas cuando resuelvan el problema actual y que lo describan como si se vieran en una cinta de video.

9. La realidad es definida por el observador y el terapeuta participa en la construcción del sistema terapéutico: Nuestras teorías determinan lo que podemos observar. La visión del "ojo de Dios" objetivo es un mito. Las construcciones que no son ni demasiado parecidas ni demasiado insólitas para el paciente-familia son las que más posibilidades terapéuticas presentan.

10. Existen muchas maneras de enfocar una situación pero ninguna es más "correcta" que otra: No hay una explicación última de la realidad. Como terapeutas es importante no aferrarse demasiado a los propios modelos terapéuticos. Cuando la propia terapia centrada en la solución no parece adecuada! podemos cambiar de enfoque! Esta terapia no es una panacea.

(Fuente: "Psicología on Line" Juan José Ruiz Sánchez & Justo José Cano Sánchez)