Una de las tantas enseñanzas que nos dejarán los 33 mineros del norte, es que los seres humanos somos más fuertes de lo que muchas teorías psicológicas postulan. Al igual que lo ocurrido con el terremoto del 27 de febrero en que muchos colegas anunciaban una gran "epidemia" de estrés postraumático que nunca ocurrió, los 33 hombres estaban vivos y animados.
La primera nota recibida decía "Estamos bien los 33..." Para todo el país fue una verdadera sorpresa. ¡Milagro!, gritaban los familiares y cómo no reconocerlo. Cuando todos sospechábamos su muerte o la de varios de ellos y para los que estuvieran vivos imaginábamos un estado muy crítico de salud.
"Estamos bien los 33..." no es un grito desesperado de ayuda, no es la frase de un grupo de víctimas. Las circunstancias no lograron quebralos.
Algunos pocos estudiosos de la psicología han hablado de "crecimiento postraumático". Se refieren a aquella capacidad del ser humano para acudir a sus propios recursos personales para resistir y sobreponerse a la adverisdad y hacer de situaciones traumáticas una experiencia que permite crecer, conocerse y salir fortalecido de la amenaza.
Es una enseñanza que hay que reflexionar. Especialmente aquellas personas que sufren fobias, pánico y que les han hecho creer que sufren un mal crónico.
La psicología y psiquiatría clásica no logra comprender que los seres humanos somos un misterio y que cuando menos se espera puede salir lo mejor de nosotros para enfrentar la adversidad. No logra comprender ni incorporar en su idea de ser humano, que la fe, el amor, el deseo por superarse logra superar muchas dificultades que para estas disciplinas no tienen salida.