Antes de asistir a consultar a cualquier especialista de la salud mental es importante saber que existen distintos enfoques teóricos que orientan la práctica
psicoterapéutica. Podríamos decir que la
piscoterapia resulta ser la puesta en práctica de determinados
constructos teóricos. Estos
constructos tienen una forma de comprender al ser humano no siempre similares entre sí. Por esta razón existen muchas diferencias en la psicología y obviamente entre los terapeutas.
Seguramente han escuchado o les ha tocado vivir situaciones en que simplemente el paciente (o consultante) no queda satisfecho de la atención recibida. Porque no se siente escuchado, porque le hicieron preguntas que no vienen al caso y/o porque estiman que el especialista no les dijo nada al finalizar la sesión.
Por esta razón, expongo algunos puntos que pueden orientarnos a preparar una buena entrevista clínica con el terapeuta.
1. Expresar con claridad lo que me está pasando. Ciertamente a veces nos cuesta identificar qué nos ocurre, existe confusión en determinar aquellas cosas que nos molestan. Una manera de aclarar las cosas es dirigiéndonos a nuestro organismo y sus manifestaciones. ¿Qué estoy sintiendo físicamente? (Dolor, intranquilidad, alteración de la frecuencia cardiaca, problemas digestivos, me he enfermado más, agotamiento, sobre
energisado etc.) ¿Qué estoy sintiendo espiritualmente? (Tristeza, dolor,
desesperanza, astío, etc). ¿Qué me ocurre mentalmente? (confusión, estoy pensando mucho, me cuesta concentrarme, etc.)
2. Claridad en expresar cuando ocurre lo que nos ocurre. Las crisis son pics, no son permanentes, no se está todo el tiempo intensamente sufriendo, aproblemado o gozando. Más bien son momentos y su intensidad suele impactar en muchas áreas. Por lo tanto, es importante alejar de nuestro lenguaje las generalizaciones (palabras como: siempre me siento así... siempre me ocurre esto o aquello, nunca me pasa que...) porque toda generalización es falsa. Ayuda mucho más centrarnos en identificar los momentos en que nos sentimos mal.
3. Identificar cuándo el problema no está presente. Atender a las excepciones. A veces ocurre que hay contextos en que esperabamos que se presentara el problema y simplemente no ocurrió. Cuáles son esos momentos. Cuándo el problema no está ocurriendo?
4. Identificar qué hemos hecho para solucionar el problema.Todos de alguna forma u otra intentamos salir por nuestros propios medios de los problemas. Al parecer cuando hemos agotado las alternativas a la mano acudimos al psicólogo u otro especialista de la salud mental. Sin embargo, aún es posible hacer otro movimiento. Intentar solucionar el problema en la dirección opuesta a los intentos de solución que ya fracasaron. Por ejemplo. Hay personas que expresan que no quieren pensar más en algo, una idea catastrófica, o que les irá mal y esto les hace sentir inseguros en el trabajo o otras áreas. Tal vez una solución más productiva al problema pasa por pensar más en eso...pensar tanto en aquello que se quiere evitar que resulte agotador... que ya ni siquiera impresione.
5. Identificar aquellas soluciones que si han resultado, para hacer más de lo mismo.
Esta breve pauta ayudará a su terapeuta a elaborar mejores estrategias para ayudar a solucionar el problema. Además usted dejará de ser "paciente"para ser activo en el proceso terapéutico. Podrá darse cuenta si el trabajo con el terapeuta será o no efectivo, ahorrará tiempo y dinero.